Sin embargo hoy el teléfono celular
en el aula de clases se ha convertido en un elemento de distracción para los
estudiantes, provocando la interrupción del
desarrollo normal de las clases y el peor enemigo del profesor cuando intenta
plasmar una idea clara del tema que esté tratando.
El uso racional y objetivo de las
tecnologías actuales pudieran ser de mucha ayuda cuando se le da un buen uso,
porque el problema no es que se use, sino cómo se usa, cuando y para que se
usa.
Las escuelas y colegios han tomado la
decisión extrema de prohibir la entrada y el uso de estos dispositivos móviles,
puesto que resulta difícil tener control de ellos. Estos son usados clandestinamente
desde el aula para jugar, enviar mensajes, chatear, ver fotos, escuchar música
y ver videos, provocando la distracción total del estudiante y sus compañeros, en
cualquier cosa que no tiene nada que ver con la clase en desarrollo.
He observado estudiantes y profesores
que hacen uso de estas tecnologías para buscar información, fotografiar las
clases escritas en la pizarra, grabar las cátedras del profesor y hasta grabar
una entrevista, esto dista mucho de las razones de su prohibición, claro, es un
porcentaje mínimo los que en ocasiones hacen un uso científico y educativo de
estas herramientas.
Soy de los que se identifica
plenamente con la institución que decida adoptar medidas de prohibición y
control del uso del celular hasta tanto el estudiante no tome conciencia de los
beneficios que este puede ofrecer, pudiendo ver más allá de un simple juego de
video.
El estudiante debe tener conciencia
clara de que la violación a las medidas, estaría exonerando automáticamente de
responsabilidad a la institución, y que deberá enfrentar las consecuencias que
amerita la desobediencia
a dichas medidas.
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